Sí, hoy es jueves e iremos al restaurante que parece ya saludarnos al entrar. Pediremos una de las tres variaciones: té y tostadas para ambos, una ensalada (aunque en realidad preferiría un bistec) o una taza de sopa. Tu mirada será igual, traspasándome; tus palabras perderán forma y se unirán a la azarosa silueta del humo de tu cigarrillo; hablarás acerca del capítulo o la escena que no entendiste muy bien, y cuando a ratos el silencio hable, te concentrarás en las grietas de la pared a mis espaldas.Como todos los jueves, inhalaré el humo que viene de lo más profundo de tí, hablaré sobre el capítulo, y miraré tus labios apresar el cigarrillo para luego crear esa pálida pared entre nosotros. De rigor te preguntaré por Jorge y su trabajo, por Pepito y su visita al oculista, mientras mi mano avanza hacia la tuya un poco más que el jueves pasado, a la servilleta, a tu vaso de agua (y te pediré perdón, nunca sé cuál es cuál)... al cenicero.
Este jueves también te llevaré al subterráneo, te daré el beso en la mejilla, saludos a Jorge, que me llamé uno de estos días, y a mi sobrino dile que no esta semana sino la próxima lo llevo al zoológico.
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