I

A la sombra del duraznero
el verano se esconde
en mi boca.


II

El girasol se entristece
cuando el sol
se oculta.



III

Se encuentran los labios
y en la calma de la tarde
madura el fresal.



IV

Desde lejos tu silueta sobre un tronco.
En el mar tus ojos
en mi piel tu sombra.



V

Alumbra el azahar
con su fragancia
el encuentro.


VI

Cielo azul
rostro gris
alma negra.



VII

¿Quién dijo que era el canto de un jilguero?
Es la secreta voz
de una sonrisa.


VIII

Atardece en las viñas
y al final
de tus ojos.


IX

En el arroyo
sólo un zorzal
es testigo del encuentro.



X

En el claro del bosque
descubres que la fruta tierna
madura en su cuerpo.



XI

Noche en el jardín
y el sonido de mi boca
desnudando una manzana.


XII

Encierro de verano.
Desde afuera
llega la burla del mar.


XIII

Sobre los roqueríos
encima del océano
mis lágrimas dejan de tener sentido.


XIV

Huellas alegres en la arena.
Corriendo
el niño y su perro se alejan.


XV

Tras la muerte del hijo
la mujer se dirige al mar.
El naufragio es ahora de dos.



XVI

Sobre la arena
sin importar las estaciones
el perro vigila el regreso de su ama.


XVII

A la orilla del río
descansa la lavandera.
La sandía en el verano de su boca.



XVIII
.
¿Cascada de agua entre sueños?
Cigarras nocturnas.



XIX

Los ojos negros del niño
cuidan
la sombra del verano.


XX

La fuente no deja de manar
ajena al calor del encuentro
de dos pares de ojos.



XXI

La mujer busca su esencia
en la fruta madura
de la higuera.