Vumides
¿Quién soy?  

Oficialmente nací hace 45 años. Allá, en la capital del mero sur de sudamérica. Nací mirando el Pacífico, cuyo azul arrasa el horizonte, que se estremece con las manos poderosas del viento y la marea que alcanzan a la Luna. Todo ello se mezcló en el momento preciso, con el tuétano de mis huesos, y con el de mis 10 hermanos.

Alrededor de los 5 años, fui a dormir una siesta. Eran las tres de la tarde de un día Martes. Vivía en una antigua casa, cuyos dormitorios daban a un largo pasillo, una galería con ventanales mirando al norte. Cuando desperté, era más temprano, era la mañana del día; el sol alumbraba oblicuamente, y estoy seguro, pero no cierto, de que había despertado antes de haber ido a dormir. Primero creí que había dormido un día completo, pero no, sólo me había cambiado sin más, a un universo paralelo. Con ello afirmo que mis raíces se sumergen más allá de donde puedo ver.

A los 7 años, supe quien era. A los 14 había crecido. A los 18 agonizaba. Tuve que nacer de nuevo, gracias digo, a la vida. Y supe quien podría ser de nuevo. Hasta que comprendí que un ser humano es incomprensible, mientras no haya pasado a la historia, aquella escritura irremovible que el tiempo va dejando escrita en la siquis del universo. Pero 20 años después tuve que volver a agonizar de nuevo, para reunirme a la danza del ser en el tiempo. Podría no haber vuelto, pero ya sea por destino, o por azar, el curso de los acontecimientos ha demostrado que aún respiro. Y aunque conozco mi nombre completo, oficializado en el data-base de los sicópatas del estado, aún no sé exactamente quien soy. A los 45 todavía no sé exactamente lo que voy a ser cuando sea grande. Tengo sí, una sensación de risa incontrolable o de angustia que sobrevuela en los espacios del sueño.

Tengo mis raíces en lo melancólico, en los bosque milenarios, en el placer del aire luminoso, y en la música. Mis ramas tocan la angustia, acarician el mar, el Pacífico Azul, y mi alma viene bajando con el paracaídas del poeta, sobre las olas y el silencio. Mis frutos algunos ya cayeron al suelo y transmitieron el ADN del cuerpo y de la psiquis. Otros aún no maduran.

Uno más soy en la Tierra desde 1953. Uno. Estoy conectado al agua como la lluvia al mar. Y tengo parientes del alma que aunque aún no han nacido, vivirán en 1680. Porque las conecciones en el Universo no sólo van de ayer hacia mañana sino también de mañana hacia ayer. Como de norte a sur, el Tiempo tiene al menos dos dimensiones. ¡Os lo aseguro !

Pero lo cierto es que estoy agradecido de conocer la Vida, y de la esperanza de llegar a abrazar la Vida, más allá de cualquier límite.

Mi verdadera y única persona me espera en el Paraíso. Los demás que transcurren en mi son estaciones. Aún no sé cuanto quedará de esta estación presente en mí cuando, finalmente nazca por primera y última vez en el Paraíso.

Hasta entonces.

Vumides.

 mensajecorreo  
vumides@cabalgata.com


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PROSA CABALGATA POESÍA